El cambio climático antropogénico
El cambio climático antropogénico es un fenómeno que está sucediendo, más allá de cualquier duda razonable. El clima está cambiando drásticamente. Y lo estamos cambiando nosotros.
Las pruebas directas del pasado
En el transcurso de una vida humana, el cambio climático ha de observarse con el paso de las décadas y, en general, los seres humanos tenemos mala memoria para recordar tendencias climáticas generales. Recordamos mucho mejor eventos extremos del pasado, pero tendemos a exagerarlos. Por eso, mejor que nuestra falible memoria son los registros, que se pueden analizar y, a partir de ellos, analizar lo que haya podido cambiar con el paso del tiempo.
Para poder observar el cambio en una variable, es necesario en primer lugar un sistema que permita medir esa variable. Actualmente, se dispone de métodos que monitorizan 24 horas al día las distintas variables meteorológicas. Desde termómetros y estaciones meteorológicas en tierra, que obtienen valores de forma constante para un lugar específico, radares que analizan grandes extensiones circundantes, globos sonda que estudian la estratificación de la atmósfera e imágenes de satélite que monitorizan en tiempo real variables meteorológicas de grandes extensiones.
La precisión en la toma de datos aumenta constantemente. Ese grueso volumen de información permite, mediante complejos modelos matemáticos, predecir el tiempo que hará dentro de unos días.
Si regresamos al pasado, los sistemas de medición eran más rudimentarios. El primer satélite meteorológico, el TIROS-1, fue puesto en órbita en 1960. Los globos sonda ya los empleaba el meteorólogo francés León Teisserenc de Bort a finales del siglo XIX, y tenemos datos relativamente aceptables de variables meteorológicas en tierra desde la década de 1850.
El estudio de pruebas indirectas
Antes de la década de 1850 no había sistemas de medición suficientemente precisos —ni estaban lo suficientemente generalizados— como para disponer de datos climáticos fiables a partir de mediciones directas. Sin embargo, del mismo modo que una persona que camina sobre el cemento fresco deja sus huellas impresas, el clima deja sus marcas en el planeta. Y del mismo modo que, a partir de esas huellas, y realizando algunos estudios y experimentos previos, podemos llegar a inferir —siempre con un rango de error— la estatura, el peso de la persona, e incluso a qué velocidad aproximada se estaba desplazando, del mismo modo podemos inferir las variables climáticas, si sabemos dónde buscar.
Existen multitud de indicadores climáticos del pasado que pueden estudiarse, y puesto que disponemos de registros históricos directos y fiables de los últimos 170 años, es fácil comprobar cómo de acertados son esos indicadores, al cruzar los datos obtenidos con los reales. Eso nos permite ajustar los modelos para obtener los mejores predictores climáticos.
Uno de los indicadores es el estudio de la dendrocronología; el clima tiene un efecto directo sobre el crecimiento de los árboles, y este se refleja en cambios en la morfología, tamaño y densidad de los anillos de crecimiento. Conociendo la edad de la madera que se esté analizando, se puede saber qué años hizo más frío o en cuáles llovió más en primavera.
Los corales son también muy buenos testigos climáticos. Además de que su tasa de calcificación cambia con el tiempo —y queda registrado en el exoesqueleto—, también pueden acumular algunos isótopos que se forman en determinadas condiciones ambientales.
Por otro lado, el estudio de los hielos glaciares y antárticos es también muy versátil. Las pequeñas burbujas de aire que quedan aisladas en su seno son muestras preservadas de la atmósfera antigua, que permiten analizar su composición. Además, los cambios en la temperatura o en las precipitaciones en la zona causan diferencias en la forma en la que se acumula el hielo; diferencias que pueden ser analizadas.
Finalmente, también es posible inferir estos datos a partir de sedimentos marinos y lacustres, de registros de polen antiguo e incluso de la formación de estructuras de cuevas, como las estalactitas.
Todos estos métodos generan datos que permiten aproximar —con mayor o menor precisión— los datos climáticos del pasado.
Es así como se ha llegado a reconstruir el clima del pasado, desde hace 22 000 años. Hoy sabemos, gracias a esos datos, que desde la última glaciación nunca ha habido una temperatura global tan elevada en la tierra. Sabemos que hoy estamos viviendo en un mundo más caliente que el período más cálido existente en más de 100 000 años, y que el cambio climático antropogénico actual es el más rápido comparado con cualquier otro conocido.
Referencias:
- IPCC. 2021. Climate Change 2021: The Physical Science Basis. Cambridge University Press.
- Marcott, S. A. et al. 2013. A Reconstruction of Regional and Global Temperature for the Past 11,300 Years. Science, 339(6124), 1198-1201. DOI: 10.1126/science.1228026
- Neukom, R. et al. 2019. Consistent multidecadal variability in global temperature reconstructions and simulations over the Common Era. Nature Geoscience, 12(8), 643-649. DOI: 10.1038/s41561-019-0400-0
- Osman, M. B. et al. 2021. Globally resolved surface temperatures since the Last Glacial Maximum. Nature, 599(7884), 239-244. DOI: 10.1038/s41586-021-03984-4
- PAGES2k Consortium. 2017. A global multiproxy database for temperature reconstructions of the Common Era. Scientific Data, 4(1), 170088. DOI: 10.1038/sdata.2017.88
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Fuente: muyinteresante.com
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En el artículo se mencionan diferentes formas en las que podemos observar el cambio climático, desde fenómenos meteorológicos extremos hasta el derretimiento de los glaciares. Es importante estar atentos a estos cambios y tomar medidas para mitigar los efectos del calentamiento global en nuestro planeta. La ciencia y la tecnología nos brindan herramientas para monitorear y comprender mejor este fenómeno, pero también es necesario que cada individuo tome conciencia de su impacto en el medio ambiente y adopte prácticas más sostenibles en su vida diaria.
El artículo “¿Cómo podemos observar el cambio climático?” de Muy Interesante aborda la importancia de la observación del cambio climático y cómo se lleva a cabo. El cambio climático es un fenómeno global que afecta a todos los seres vivos y al medio ambiente, por lo que es fundamental poder observarlo y entenderlo para tomar medidas adecuadas.
El artículo explica que existen diferentes métodos para observar el cambio climático, como el uso de satélites, la recolección de datos en estaciones meteorológicas y el análisis de registros históricos. Estas herramientas permiten obtener información sobre variables climáticas como la temperatura, la humedad, la precipitación y los niveles de CO2 en la atmósfera.
Además, el artículo destaca la importancia de la colaboración internacional en la observación del cambio climático, ya que es un fenómeno que trasciende las fronteras y requiere de un esfuerzo conjunto para su estudio y comprensión.
En conclusión, el artículo destaca la importancia de observar el cambio climático y cómo se lleva a cabo esta observación. La información obtenida a través de diferentes métodos y la colaboración internacional son fundamentales para entender este fenómeno y tomar medidas adecuadas para mitigar sus efectos.